Feast Days with Bishop Skip | Mary Magdalene
When one reads the scriptural record of this woman of faith, the negative ascriptions given to her over the centuries are quite astonishing, even puzzling. One wonders if there is not some kind of latent sexism at play here.
First, there is the common misconception that Mary Magdalene was a prostitute. Nothing in the Bible indicates that this was so. The city of Magdala was an important shipbuilding and trade center in its day and history indicates it had an unsavory reputation. Guilt by association does not necessarily apply, however.
Then there is the word “maudlin,” which is an alteration of the word “Magdalene,” from the practice of depicting her as a weeping, penitent sinner. Well yes, John’s Gospel does indicate that she wept at Jesus’ tomb when his body was found to be missing, a perfectly appropriate grief reaction to my mind. She also was healed by Jesus of some kind of spiritual and/or physical illness. But the definition of maudlin as “weakly and effusively sentimental” is a completely unfair characterization when it comes to Mary. Her story would indicate quite the opposite.
Mary Magdalene travelled with Jesus and supported the mission financially. She went with others to Jesus’ tomb to anoint his body and in John’s account, was the first witness to the resurrection. The Eastern Church regards her as the equal of an apostle. Even more stunningly, it was Mary Magdalene who was present at the crucifixion after all of the other disciples had abandoned Jesus to save their own hide. I understand why the disciples ran. My point is that Mary of Magdala did not run, but chose to stay at the risk of her life. Her devotion to Jesus is unquestionable. After the resurrection the disciples went back home, but Mary “…wept and remained standing outside the tomb.”
What are we afraid of here—intimacy? Is it that the man Jesus seems to have had a close, loving relationship with an empowered woman as a disciple and it makes us nervous? Whatever the source of anxiety may be in the historical record surrounding her, it is important that we see in Mary Magdalene a person of strength who never stops her seeking of the Christ in his life or in his death. Gregory the Great said that, “She longed for him whom she thought had been taken away. And so it happened that the woman who stayed behind to seek Christ was the only one to see him.”
We tend to find what we are looking for, positively and negatively. Mary was looking for Jesus and in her seeking, heard her name called by the Savior of the world. Who was seeking whom? It is in our seeking that we are found.
Cuando uno lee el registro bíblico de esta mujer de fe, las ascripciones negativas que se le han dado a lo largo de los siglos son bastante asombrosas, incluso desconcertantes. De hecho, uno se pregunta si no hay algún tipo de sexismo latente en juego.
En primer lugar, existe la idea errónea de que María Magdalena era una prostituta. Nada de la Biblia indica que esto fuera así. La ciudad de Magdala era un importante centro comercial y de construcción naval en su época y la historia indica que tenía una reputación desagradable. Sin embargo, la culpa por asociación no se aplica necesariamente.
Luego está la palabra “sensiblera”, que es una alteración de la palabra “Magdalena”, por la práctica de representarla como una pecadora llorona y penitente. Pues sí, el Evangelio de Juan indica que lloró ante la tumba de Jesús cuando se descubrió que su cuerpo había desaparecido, una reacción de dolor perfectamente apropiada a mi entender. También fue sanada por Jesús de algún tipo de enfermedad espiritual y/o física. Pero la definición de sensiblero como “débil y efusivamente sentimental” es una caracterización completamente injusta cuando se trata de María. Su historia indicaría todo lo contrario.
María Magdalena viajó con Jesús y apoyó la misión financieramente. Ella fue con otros a la tumba de Jesús para ungir su cuerpo y, en el relato de Juan, fue el primer testigo de la resurrección. La Iglesia Oriental la considera igual de apóstol. Aún más sorprendente, fue María Magdalena quien estuvo presente en la crucifixión después de que todos los demás discípulos abandonaron a Jesús para salvar su propio pellejo. Entiendo por qué huyeron los discípulos. Lo que quiero decir es que María de Magdala no huyó, sino que eligió quedarse a riesgo de su vida. Su devoción a Jesús es incuestionable. Después de la resurrección los discípulos volvieron a casa, pero María “…lloró y se quedó de pie fuera del sepulcro”.
¿De qué tenemos miedo aquí, de la intimidad? ¿Acaso es que el hombre Jesús parece haber tenido una relación estrecha y amorosa con una mujer empoderada como discípula y eso nos pone nerviosos? Cualquiera que sea la fuente de ansiedad en el registro histórico que la rodea, es importante que veamos en María Magdalena a una persona de fuerza que nunca deja de buscar a Cristo en su vida o en su muerte. Gregorio Magno dijo que: “Ella anhelaba a quien creía arrebatado. Y así sucedió que la mujer que se quedó buscando a Cristo fue la única que lo vio”.
Tendemos a encontrar lo que buscamos, positiva y negativamente. María estaba buscando a Jesús y, en su búsqueda, escuchó su nombre llamado por el Salvador del mundo. ¿Quién buscaba a quién? Nos encontramos en nuestra búsqueda.