We begin the season of Lent with these words, “Remember that you are dust, and to dust, you shall return.” It is a wonderful and mysterious combination of our mortality and our eternal belovedness.
When we come to these places where there is an intersection, I find a fascinating way in which Jesus embodies that. The same Jesus of Good Friday saying these incredibly deep words of being forlorn, “my God, my God, why have you forsaken me, ” is also the Jesus who is raised from the dead and says these words, “I am resurrection and I am life.”
I find that in the complexities of life, we engage in how to survive. Survival is a deep part of our being as human beings. When we survive I believe there is this notion of fight or flight, or freeze, or fawn, which is a part of how we survive.
As people who survive, we have mindsets that help us move out of danger and into places of sanctuary. We also have the opportunity to thrive where we are more centered, clear-headed, and calm. Perhaps we can see beyond what is dangerous into possibilities, visioning into the future. Both those mechanisms are a part of us, and God is in the midst of it all.
The same Jesus who was at Good Friday is also in the midst of us when we celebrate Easter.
In this year alone, 2023, I believe we’ve had 130 mass shootings in the United States. The latest one in Nashville brought us very close to the reality that children are being killed regularly.
Gun violence is the biggest cause of death among our young people in this country. That is a Good Friday because there is a deep deep loss, consistent loss, and a sense of helplessness.
Jesus is present in the midst of it, that we know.
Because of that confidence that God is present, we must do more than survive. We must dream big dreams and overcome some of the major ways in which Good Friday has a grip on us. By holding on to Jesus, clinging to this Jesus, we will rise again.
That brings me to the final thing I want to say, and that is, the hope that we share in Christ. As St. Paul clearly says in Romans chapter 5, “Affliction produces endurance, endurance produces character, character produces hope, and hope does not put us to shame.”
My friends, Easter is our hope. Our hope is grounded in the reality of life through Good Friday and beyond. While it is true that we will always have Good Friday among us, we will also have Easter.
Let us embody this deep faith and this deep hope holding on to this Jesus, who is the same through Good Friday and Easter.
Let me wish you a blessed Easter and all the hope that comes with it! Amen.
Comenzamos esta temporada de cuaresma con estas palabras: “Recuerde que eres es polvo, y al polvo volverás”. Es una combinación maravillosa y misteriosa de nuestra mortalidad y nuestro amor eterno.
Cuando llegamos a estos lugares donde hay una intersección, encuentro una forma fascinante en la que Jesús encarna eso. El mismo Jesús del Viernes Santo es quien dice estas palabras profundas de estar desamparado, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” es también el Jesús que resucitó de entre los muertos y dice estas palabras: “Soy la resurrección y soy la vida”.
Encuentro que, en las complejidades de la vida, nos involucramos en cómo sobrevivir. La supervivencia es una parte profunda de nuestro ser como seres humanos. Cuando sobrevivimos, creo que existe esta noción de luchar o pelear o huir, o congelarse, que es parte de cómo sobrevivimos.
Como personas que sobreviven, tenemos mentalidades que nos ayudan a salir del peligro y entrar en lugares de santuario. También tenemos la oportunidad de prosperar donde estamos más centrados, lúcidos y tranquilos. Tal vez podamos ver más allá de lo que es peligroso en posibilidades, visionando hacia el futuro. Ambos mecanismos son parte de nosotros, y Dios está en medio de todo.
El mismo Jesús que estuvo en el Viernes Santo también está en medio de nosotros cuando celebramos la Pascua.
Solo en este año, 2023, creo que hemos tenido 130 tiroteos masivos en los Estados Unidos. El último en Nashville nos acercó mucho a la realidad de que los niños son asesinados regularmente.
La violencia armada es la mayor causa de muerte entre nuestros jóvenes en este país. Ese es un Viernes Santo porque existe una pérdida profunda, una pérdida constante y una sensación de impotencia.
Jesús está presente en medio de ella, eso lo sabemos.
Debido a esa confianza de que Dios está presente, debemos hacer más que sobrevivir. Debemos soñar grandes sueños y superar algunas de las principales maneras en que el Viernes Santo nos domina. Aferrándonos a Jesús, aferrándonos a este Jesús, resucitaremos.
Eso me lleva a la última cosa que quiero decir, y es la esperanza que compartimos en Cristo. Como dice claramente San Pablo en Romanos capítulo 5, “la aflicción produce resistencia, la resistencia produce carácter, el carácter produce esperanza, y la esperanza no nos avergüenza”.
Mis amigos, la Pascua es nuestra esperanza. Nuestra esperanza se basa en la realidad de la vida hasta el Viernes Santo y más allá. Si bien es cierto que siempre tendremos Viernes Santo entre nosotros, también tendremos Pascua.
Encarnemos esta fe profunda y esta profunda esperanza aferrándonos a este Jesús, que es el mismo durante el Viernes Santo y la Pascua.
¡Permítanme desearles una bendita Pascua y toda la esperanza que viene con ella! Amen.